El ‘home run’ de Obama a Raúl Castro

martes, 22 de marzo de 2016 · 21:11
LA HABANA (apro).- Debido a que el gobierno cubano sólo entregó boletos de entrada al Estadio Latinoamericano de La Habana a personas afines al Partido Comunista Cubano (PCC) y no instaló la pantalla gigante en el Parque Central –como lo anunció–, la única opción de muchos habaneros para ver el “partido histórico” de beisbol entre los Rays de Tampa Bay y la selección nacional fue asomarse en las terrazas de los restaurantes para alcanzar a ver la televisión. En menos de dos horas, los profesionales de las Grandes Ligas (MLB, por sus siglas en inglés) estuvieron a punto de propinar “lechada” a la selección cubana. Pero el home run de Rudy Reyes en la novena entrada aseguró un punto a su equipo y dejó el marcador 4-1 en favor de los Rays. La “lechada” en Cuba significa la pintura de cal, pero en el argot del “juego de pelota” se aplica cuando el equipo “pinta su adversario de blanco”, es decir, cuando le gana sin que éste concluya una sola carrera. Desde las gradas, los presidentes de Estados Unidos, Barack Obama y de Cuba, Raúl Castro, observaron parte del juego sentados uno al lado del otro, sonriendo de manera ostentosa para marcar el símbolo: era la primera visita de un equipo de la MLB a Cuba desde 1999. Además, fue el colofón de la primera visita de un presidente de Estados Unidos a la isla en 88 años. Previo al partido, el mandatario estadunidense aseveró que el partido permitiría “construir puentes” entre ambas naciones. [caption id="attachment_434484" align="alignnone" width="702"]Asistentes al partido entre los Rays de Tampa Bay y la selección nacional cubana. Foto: AP / Rebecca Blackwell Asistentes al partido entre los Rays de Tampa Bay y la selección nacional cubana. Foto: AP / Rebecca Blackwell[/caption] “Los aficionados no están ahí” Apoyado en la barandilla del café Monserrate, ubicado a un costado del Parque Central de La Habana, William Fernández, trabajador del Estado y aficionado de la “pelota”, observó al público del estadio echar porras a Castro a través del televisor. “Ahí es de pura invitación, están los estudiantes, los militares o la gente de la política, pero los aficionados no están”, lamentó. Incluso, lanzó la bola más lejos: “A Raúl ni le gusta la pelota, nunca va al estadio. En cambio Fidel sí sabía, era pitcher”. En un país donde el beisbol se enseña en la escuela y se juega en la calle –no es raro observar a niños pegarle a pelotas de hule con palos de madera en los estrechos callejones de La Habana–, el partido que generó muchas expectativas no se proyectó en ningún lugar público. William Fernández dijo conocer a todos los jugadores, pero su atención se enfocó sobre los habaneros que suelen vestir la playera de los Industriales, el equipo capitalino. Antes de la visita de los Rays, el gobierno cubano renovó por completo el Estadio Latinoamericano, sede de los Industriales: desde la pintura azul de las gradas hasta el pasto y la iluminación. Por eso, Fernández mostró su temor porque tales obras podrían elevar los precios de los boletos para el próximo campeonato. En lugar de anuncios comerciales, TV Rebelde, el canal de deportes de la televisión cubana, difundió imágenes de archivo de las glorias del beisbol cubano como Pedro Luis Lazo, el teniente del récord de victorias en serie nacional, con 257 triunfos; además de imágenes de Fidel Castro, el líder de la Revolución Cubana. Los interludios en el partido permitieron ampliar la plática más allá del deporte. “La visita de Obama estuvo bien. Ahora ojalá haya más apertura. ¿Viste el discurso de ayer? Raúl dijo que no había presos políticos ni represión. Sí los hay, no hay países donde todos estén de acuerdo con el gobierno”, señaló Fernández, quien labora en un almacén de materiales escolares del Ministerio de Educación y tiene un salario de 300 pesos cubanos mensuales, equivalentes a menos de 15 dólares. Pasadas las 2 de la tarde, Obama salió del recinto deportivo bajo los relámpagos de los flashes. Castro lo acompañó para así concluir la visita “histórica” del estadunidense a la isla y continuar su gira internacional hacia Argentina. [caption id="attachment_434445" align="alignnone" width="702"]Obama y Castro en el juego de Tampa Bay contra la selección cubana. Foto: AP / Ismael Francisco / Cubadebate Obama y Castro en el juego de Tampa Bay contra la selección cubana. Foto: AP / Ismael Francisco / Cubadebate[/caption] “La Peña”, sin temor de hablar… Pasado el momento político, siguió el deportivo. El equipo de Tampa Bay dominaba a su adversario cubano. Los pitchers tenían buen repertorio de lanzamientos y pusieron en dificultades a los bateadores de la isla, quienes se ponchaban sucesivamente. Los Rays abrieron el marcador y lograron un home run que los puso a dos puntos de ventaja. El equipo cubano cambió de pitcher frecuentemente para que todos tuvieran la oportunidad de participar en el juego. Mientras sus adversarios calentaban las máquinas previas a la temporada. “Son rápidos corriendo los americanos”, comentó William Fernández, después de que el equipo de la MLB marcó el cuarto punto. En la octava entrada, las gradas del estadio empezaron a vaciarse poco a poco. Pero en la novena, el joven Rudy Reyes catapultó la pelota fuera de la cancha. “¡Homerunazo!”, exclamó Fernández mientras el joven pasaba las bases con alegría. Entonces gritó orgulloso: “Es de nosotros, es de La Habana”. Así se acabó el partido. Los jugadores de ambos equipos intercambiaron sus playeras. Sin embargo, para los verdaderos aficionados inició uno de los momentos más interesantes: el análisis del juego. Pero no suelen hacerlo en cualquier lugar. Decenas de simpatizantes se dirigieron a las bancas de “La Peña” del Parque Central, el lugar de La Habana donde se reúnen los apasionados para debatir –a gritos y desacuerdos– sobre la pelota. “Aquí es La Peña, la caliente. Aquí se habla sin temor... de la pelota”, dijo un aficionado con una sonrisa en el rostro. Los debates ardían en los círculos de discusión que se formaron: algunos señalaron que la culpa de la derrota la tuvieron los pitchers; otros, que los bateros. “¡Que aprendan a jugar pelotas!”, exclamó un anciano. Según Luis Robles, un aficionado de estatura imponente, la selección de Cuba desarrolló un juego sin visión contra peloteros de mayor calidad. No obstante, consideró que el resultado fue mucho mejor de lo que él había pensado. “Los Rays son un equipo del mundo entero, tienen estadunidenses, chinos, cubanos, dominicanos. Cuba es una pequeña isla y sus jugadores se van a jugar al extranjero”, aseveró. Si la selección cubana hubiera ganado, el Parque Central se hubiera convertido en la sede de un carnaval, coincidieron los “analistas” deportivos. Y es que, cuando el equipo capitalino triunfó en la serie nacional en 2010, la muchedumbre se juntó desde el Malecón hasta el parque con congas y se armó la fiesta, recordó Fernández entusiasmado. “Los Rays tienen más recursos, son más profesionales. La mayoría en Cuba no tiene mucha experiencia. Ellos le hacen todo bien; es su trabajo. Son millonarios por esto”.

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