MÉXICO, D.F. (apro).- Pues sí, amable y paciente lector de la presente, en ese escenario internacional de y para la farsa que fue el Congreso de Viena, en el que los representantes de las cuatro potencias del momento lucharon por ver quién de entre ellos sabía mentir mejor, quién era el más hábil para engañar a los otros, hubo una sorpresa, ya que resultó vencedor, en ese entrevero de palabras excelsas y sórdidas acciones interesadas, el que menos posibilidades tenía, el que presentaba a la nación vencida, un hombre inteligente y ambicioso sin escrúpulos, connacional de servidor, un ser que carecía completamente de sentido moral y de respeto a sí mismo, el francés Talleyrand, obispo en el reinado de Luis XVI, luego clérigo renegado, presidente de la Asamblea revolucionaria, ministro durante el Directorio, el Consulado, el Imperio napoleónico, al servicio de los restaurados Borbones… a todos esos regímenes sirvió… y a todos traicionó… lo que fue natural en él, ya que estaba hecho de los mismos elementos de lo que soy, represento y soy símbolo… mas no es la biografía de Talleyrand la que quiero contarles. Sigo con lo que me importa demostrarles, como les he señalado anteriormente, que el mundo que estructuró y dejó de herencia el Congreso de Viena tiene puntos en común con la globalidad en que viven, conformada y regida mayormente por la visión empresarial de la historia. Veamos si es o no así. Si en el primero las esperanzadoras palabras de ayuda a los monarcas, defender el orden social, asegurar y mantener la paz sirvieron en realidad para enmascarar y así justificar y legitimar el principio de intervención, ¿qué pensar y cómo calificar a esa globalidad en la que viven, que con el pretexto de defender la democracia, los derechos humanos… y el sacrosanto libre mercado competitivo… admite y no se indigna mayormente contra una ideología que resueltamente justifica la llamada guerra preventiva, que en vías de hechos es capaz de legalizar chantajes, presiones de todas las clases y hasta llegar a agresiones para ahogar en la cuna el progreso o la independencia del país que en el futuro pueda dar sombra, económica, militar o de prestigio a una potencia de la actualidad; guerra preventiva que no retrocede ante la felona mentira… si la misma la hace parecer justa?
Así como el antes considerado derecho divino de los reyes… por aquello de que él mismo, como todo, de la Providencia viene… Derecho que por años fue guía y meta de la Santa Alianza, engendrada por el Congreso de Viena… Derecho, repito, ante el cual, la soberanía de los pueblos, de las naciones e incluso el individuo mismo poco o para nada contaban, pues eran más bien cosas que el poder real podía ceder, cambiar, comprar, vender o sacrificar arbitrariamente, según sus caprichos o necesidades… y en esa su globalidad ocurre lo mismo, ya que en ella la soberanía de las naciones, la voluntad de los ciudadanos, se subordina o se reduce hasta el punto de ser la sirvienta de la macroeconomía; ¿qué ocurre con el individuo?, ya lo saben: se le sujeta a las leyes del libre mercado competitivo, sea como productor o como consumidor, mercado donde el que tiene más saliva traga más pinole, como dice el refrán, así sea sobre el derecho de los otros.
Otra curiosa coincidencia; asombra que la creencia en la divinidad, tan importante por determinante en sus decisiones, tanto para los participantes en el Congreso de Viena como para los integrantes de la Santa Alianza, éstos tuvieran tan pobre y negativa opinión del individuo del pueblo… ¿qué, no había sido él mismo igualmente creado a imagen y semejanza de Dios?... ¿Entonces?... y en esa su globalidad, que presume de plural, incluyente, democrática, en fin, según ideólogos partidarios de la misma, muchos de los cuales no se cansan de hablar de lo precioso que es el capital humano, es decir, el hombre, curiosamente igualmente sostienen que el individuo del pueblo no produce si no siente los latigazos de la necesidad o del desempleo, por lo que algunos de los citados sostienen que la mejor vía para reducir el desempleo es recortar el gasto social y las asignaciones del seguro del desempleo… por supuesto, cuando esta última exista… para obligar a los desocupados a aceptar las ocupaciones de baja calificación y mal remuneradas.
Otra más de las curiosas coincidencias: a unos meses de que se cumpla el 200 aniversario del Congreso de Viena, tiempo en el que vivían de la fuerza de sus manos los trabajadores, que eran la mayoría, sus condiciones de vida eran horrorosas; en esa su globalidad, sigue persistiendo el mal reparto de la riqueza, según estadísticas de instituciones internacionales, ya que la misma cada vez se está concentrando más en menos manos, con lo que los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres.
Servidor de ustedes, estimados lectores, piensa que lo expuesto hasta aquí es la realidad… pero como no ignoran que mi naturaleza es la de mentir, la de engañar, la de decir lo que no siente, la de fingir, admito que bien pueden pensar que toda la presente es una mentira, una falacia… mas eso tendrán que demostrarlo con su buen juicio… y siempre que tengan una mayor y mejor información que la que generalmente tienen sobre este tema.
Con el debido respeto que me merecen, servidor de ustedes.
TARTUFO