No nos envidie

martes, 11 de marzo de 2014 · 19:20
MÉXICO, D.F. (apro).- Respetado y admirado Giordano Bruno: Como le dije, con pasmo me informó su carta a este buzón que admiraba a la globalidad en la que respiramos los presentes por libertaria y tolerante, y que nos envidiaba por ese motivo, pues le parecía la mejor de las posibles, ¡ay, mi estimado!, parece que ignora lo que dijo de la libertad madame Roland al pie de la guillotina, que en su nombre se cometían muchos crímenes… y eso ocurre por una sencilla razón que me extraña que no haya reparado en ella y que usted mismo la usó en su tiempo contra sus cofrades, los dominicos, de los que dijo que padecían de “santa asnalidad”… que eran asnos “que no piensan más: creen, no proceden con libertad, carecen del orgullo que hace de la razón y del trabajo, pero ostentan la humildad que se satisface con la fe, no ejercitan la inteligencia, sino que se conforman con la autoridad”… “… por lo tanto no saben gobernarse más que por las leyes que proceden de aquellos. No se vuelven ni a derecha ni a izquierda, sino conforme a la elección y a la razón que les da el cabestro o el freno que los sujeta por el cuello o por la boca”. Eso escribió usted de los frailes dominicos de su tiempo… cuando los humanos que poblaban la Tierra eran muchos menos… y eso pasa ahora, donde los humanos somos muchísimos más, tiempo en el que en menos de un siglo nos hemos duplicado y pasamos de los siete mil millones y pico… puede que eso le sorprenda y se pregunte si así son por naturaleza o por conveniencia, esto es, porque reciben algún beneficio por ello… pues sí, los hay por ambas causas y entre ellos hay creyentes del cristianismo, de otras religiones o incluso no creyentes que pueden ajustarse y responder a las características de las palabras de usted citadas por servidor… pero esos son los menos… los más, no… sí, existen los que son así por ignorancia, por miedo y hasta por conveniencia… pero la inmensa mayoría son iguales a esos por otras razones…razones de manipulación, de domesticación, pues en la globalidad de hoy, como en ningún otro ayer, existen y se dan los medios para conseguirlo… si en el Medievo la Iglesia tuvo tanto poder, así espiritual como material, estudiosos del tema nos dicen a que se debió al monopolio que tenía del saber, sobre la enseñanza y los medios que tenía para practicarla, y contactos que eran más universales y de mayor movilidad que, con mucho, a los de la inmensa masa humana de sus feligreses a quienes pastoreaba, hechos que aprovechó en buena medida en su propio beneficio por un milenio… situación que fue cambiando con la reanimación del comercio, la invención de la imprenta (que fue arrebatando el monopolio del saber a las abadías, conventos y monasterios) y los viajes transoceánicos… y ahora resulta que existen medios mucho más sofisticados y eficaces para educar… y para manipular y domesticar a las masas, a las personas… ¡cierto!, la globalidad en la que respiramos es en cierta medida democrática, ya que tiene varios polos de poder: el político, el financiero, el industrial, el religioso y el de los medios con sus periódicos, revistas, radios, cines y sobre todo el de la penetrante televisión… que si a veces se enfrentan, se echan sus pulsaditas para ver quien se lleva la mayor y mas sustanciosa raja, la mayoría de las veces se complementan para que las masas acepten y sigan sin mayor resistencia los lineamientos que interesan al poder y los grupos de presión que lo integran… poder y grupos de presión manipulados por una minoría de individuos, la cual, cuando se unen con las banderas de democracia y bienestar para los más al frente, consigue una y otra vez que las mayorías los sigan… a veces por ignorancia o ya sea por miedo o conveniencia… con las que logra que se admita y se resigne a vivir en una globalidad donde la riqueza está mal repartida y cada vez se concentra más en menos manos… en una globalidad donde cuenta más el tener que el ser, que hace bueno el dicho de “tanto tienes tanto vales”, que refuerza y justifica su esencia consumista… en una globalidad en que basada en la competencia, el que no es competitivo y emprendedor en poco o para nada cuenta, o se hace invisible, no es vito ni oído… y cuando es visto y oído es más bien para manipularlo en beneficio del que lo ve y lo oye… hechos que unidos a tros parecidos, están dando una sociedad de tipo sado-masoquista, la globalidad en la que respiramos, pues la misma lo es de muchedumbre de solitarios anhelantes de ser vistos y oídos, individuos que bien pueden responder al dicho popular de aquella mujer maltratada por su pareja: “ me pega porque me quere”. Como usted verá, mi respetado y admirado Giordano Bruno, no tiene por que envidiarnos. Sin más por el momento, queda de usted su seguro servidor. JUAN CONTRERAS

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