MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- El formador de actores y profesor de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM desde hace 26 años, Lech Hellwig, gracias a cuya visión se fundaron las temporadas de teatro para las obras más destacadas de los estudiantes con el complemento de un premio para la mejor, fue despedido esta tarde en Memorial San Ángel por la comunidad teatral.
Nacido en Polonia en 1945 y maestro de actores como Adriana Roel y Héctor Bonilla, era un hombre muy apreciado entre el estudiantado, que le llamaba cariñosamente por su nombre de pila. Cuando fungió como coordinador de la carrera mencionada, creó las llamadas Temporadas Teatrales de Repertorio.
Su país de origen lo reconoció con la Cruz Oficial de la Orden de Mérito. Fue director del Centro de Investigación Rodolfo Usigli (CITRU). La presea instituida por él para destacar lo más representativo a la creación escénica teatral, llevaba su nombre. De ahora en adelante, temporada y galardón serán institucionalizados.
Su muerte acaeció el viernes pasado por una acidosis metabólica. Hoy la Facultad de Filosofía y Letras está de luto. El siguiente es un testimonio personal de una de sus alumnas, Marysol Cordourier, recogido por este medio:
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Caminaba con la elegancia de un príncipe y la fuerza de un guerrero. Sus ojos eran cristalinos, serenos, y miraba como se mira un campo que se acaba se arar y sembrar con la conciencia de que las semillas plantadas florecerían a su tiempo. Vestía como si fuera a una cita romántica, como se viste cuando vas a conocer al amor de tu vida. Su nombre era Lech Hellwig-Górzy?ski y el viernes 9 de mayo de 2014 dejó su nombre inmortalizado en el arte, la cultura y la enseñanza.
Egresado de la Escuela Nacional Superior de Teatro de Polonia “Aleksander Zelwerowicz”, vivió en México desde 1984, donde impartió cátedra y seminarios en diversas instituciones. Entre sus logros se cuentan haber establecido las Temporadas Teatrales de Repertorio, las cuales abrieron los foros del Colegio de Literatura Dramática y Teatro al público. En 2008 fundó el Seminario Multidisciplinario de la Creación Escénica Teatral (Semucet), y en 2006 el Premio para la Creación Escénica. Actor y director de teatro, con un extenso currículum, participó y coordinó varios proyectos escénicos estudiantiles y profesionales de relevancia nacional e internacional.
Alguna vez oí decir que un maestro es aquel que da llaves para abrir puertas y ese, sin duda, era él.
Lo conocí hace cuatro años y pensé que algún día tomaría una de sus clases. Cuando surgió la oportunidad lo fui a buscar en la Torre de Humanidades. Su cubículo estaba lleno de fotografías, de reconocimientos, de recortes de periódicos y notas. Al llegar ahí, varios compañeros y yo le pedimos que nos diera clase. Él contestó que no. Dijo sentirse conmovido por la petición y comentó:
“Yo soy un viejo, el teatro es de los jóvenes que tienen la energía y la pasión. El teatro es suyo ¡Ustedes tienen que crear y que hacer y vivir! Si nos encontramos en algunos años, espero poder darles clase”.
Salí con los ojos llorosos. Nadie nunca me había hablado así; la juventud tiene pocos amigos, pero Lech confiaba en que los nosotros, los jóvenes, tenemos las armas suficientes para transformar la realidad.
Un año después, en el 2012, se abrió la materia de Laboratorio de Puesta en Escena impartida por Lech Hellwig-Górzy?ski. No perdí la oportunidad de inscribirme.
Lo vi bajar las escaleras del teatro y mi corazón latió fuerte. Cada sesión de esos dos semestres que compartí con él eran un continuo subir y bajar: Risas, enojos, llanto, frustración, emoción, disciplina, trabajo, peleas, entre muchas otras cosas. Lech nos miraba y era como si volviera a ser un adolescente.
“Aprovecho la ocasión para agradecer a mis grandes amigos que trabajaron arduamente para traerme a México; a los que me ofrecieron su enrome amistad y protección; y asimismo, a quienes me han dado la oportunidad de desenvolverme como miembro de la UNAM, la Máxima Casa de Estudios del país y Latinoamérica. A ellos y a ustedes les digo: México es lindo y querido porque abrazó con calidez a un polaco que, gracias a ellos y a todos ustedes, se convirtió en un transterrado ciudadano del mundo”.
El maestro Lech fue un padre para mí y para muchas otras personas. Su calidez y su calidad humana como profesor, amigo, actor y director nos hicieron mejores personas a los que tuvimos la fortuna y el privilegio de conocerlo.
Escribo desde la soledad y la tristeza más profunda, quisiera recordarlo con dolor, pero al verlo en mis recuerdos sólo puedo sonreír, no lo veo de otra forma. La tristeza que me invade es por saber que esa sonrisa y esos pasos en el área de teatros no volverán a sonar. Que mis ojos no lo verán más, que mis mejillas no sentirán sus besos, ni mi pelo sus manos, y que siempre tendré una butaca vacía reservada para él. Ahora sólo lo puedo ver con el corazón que es el lugar donde uno pone a sus grandes amores.