MÉXICO, D.F., 12 de agosto (apro).- Puede decirse que Claudio Valdés Kuri logra en la puesta La vida es sueño corporeizar el texto de Pedro Calderón de la Barca. Las palabras, los conceptos y las imágenes del autor español descienden de la mente al cuerpo, volviendo a éste el medio principal de expresión escénica e interacción con el público. Al ingresar a la sala, los espectadores buscan sus asientos mientras son visual y energéticamente atraídos por una danza sagrada de 14 hombres que, con sus presencias, se preparan para entrar al mundo de lo imaginario, las crisis internas y las reflexiones profundas. Valdés Kuri presenta la traducción a movimiento, acciones y voz del texto de Calderón sin modificaciones dramatúrgicas. Hay que aclarar que este texto es uno distinto y posterior del original que todos conocemos, con el mismo nombre, y que rara vez se ha escenificado. Es una versión más religiosa y reflexiva, filosófica de Calderón en torno al mismo tema de Segismundo y su destino, pero donde traslada los pasajes bíblicos, que condensa en formato de auto sacramental, al terreno de lo concreto utilizando los medios del lenguaje del cuerpo, la danza, el dibujo, la sonoridad y la música. Su investigación multiplica y desdobla los recursos corporales sin necesidad de ornamentos, escenografía y vasta producción teatral. En el conjunto de recursos del cuerpo que Valdés Kuri emplea pueden reconocerse la danza sufi, el coro griego, el zapateado jarocho, la danza de los machetes, la acrobacia, entre otros, lo que deja de manera muy evidente el alto nivel del elenco que los realiza con versatilidad. Tal factura escénica aproxima al barroquismo calderoniano, que el público agradeció con intensos aplausos. Es necesario apuntar que como actividades colaterales a la temporada en el teatro El Galeón del Centro Cultural del Bosque, se dará un ciclo de conferencias con los temas “Calderón y la alquimia”, “Habitando el personaje” y “Verso, rítmica y música. Interdisciplina aplicada al montaje”.