Carol: amor maldito en el paraíso

lunes, 15 de febrero de 2016 · 15:10
MONTERREY, NL (apro).- El filme Carol, de Todd Haynes, es un bello relato de amor maldito en el paraíso. La adaptación de la novela de Patricia Highsmith, ‘Carol’, sigue a dos mujeres de diferentes estratos sociales involucradas en un inesperado juego de seducción que debe permanecer oculto a la sociedad. Es impensable que se sepa que dos damas respetables interactúan con intenciones inadmisibles. Son los años 50 en Nueva York, todo es glamour. La ciudad reluce con el progreso y América lidera el mundo. La prosperidad se refleja en el ánimo de su población. El escenario que plantea Haynes es idílico. En medio de esa ambientación, que parece un gran set de telenovela familiar, ocurre el encuentro. Todo comienza como lo que parece ser: un encuentro casual, desinteresado, de dos mujeres que simpatizan y buscan prolongar su amistad. Carol (Cate Blanchett) es una rica ama de casa, madre de una niña, aburrida y sin amor, dentro de un matrimonio arreglado por conveniencia. Therese (Rooney Mara) es una ingenua empleada de mostrador, que encuentra en la fotografía un hobby para escapar de su mundo pequeño. Haynes explora los mecanismos de la atracción a través de dos mujeres que han sido flechadas por un cupido perverso. La escalada hacia la intimidad es lenta y la seducción cobra su efecto. Con una elegante ambientación y dos extraordinarias actuaciones comienza a revelarse la pasión en las sombras. El escarceo es maravilloso, de intercambio sigiloso de miradas y gestos. La tensión sube, porque las acecha permanentemente el peligroso escándalo. Nadie debe saber lo que ellas piensan, lo que se dicen en silencio. La pantalla arde entre dos bellas mujeres que se esfuerzan por frenar sus instintos. Blanchett es la mujer madura, la que mantiene el control, la que lleva una vida desahogada y dispone de recursos para darse gustos mundanos. Therese vive con modestia. Las dimensiones de su pequeño apartamento son el reflejo de su autoestima. Y aunque se percibe que es la mayor la que toma la iniciativa, es realmente la joven la que, en su ingenuidad, parece que calcula el ritmo de los avances. Las consecuencias de la atracción son terribles, pero la forma en que es arrostrada la catástrofe es sorprendente. Las dos mujeres, rendidas a Eros, se percatan de que lo suyo es más que una aventura, aunque la ley y los prejuicios obligan al distanciamiento. Sin embargo, lo que puede salvar un amor amenazado es la honestidad. El mismo director ya había generado controversia hace años con otro calculado escándalo, en Lejos del cielo (Far from heaven, 2002), película en la que un ama de casa, de esa misma época, que conduce una familia modelo, se entera de que su esposo le es infiel, de una forma que para el tiempo es aberrante y sucia. Ahora, con Carol, Haynes vuelve a colocar en el centro del drama a la pasión, con una delicada descripción de los caminos insospechados que se abren para dos personas que se aman, más allá de los convencionalismos.

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