Vestir al Niño Dios, tradición única del México popular

jueves, 4 de febrero de 2016 · 14:05
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La antropóloga social Katia Perdigón Castañeda, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), revela a través de un estudio que México es el único país del mundo en el cual el Día de la Candelaria se celebra vistiendo con un nuevo ropaje la figura del Niño Jesús y comiendo tamales. No obstante, dice, esta ancestral y arraigada tradición tiene su origen en la Edad Media, pues se realizaba en el momento en el cual las monjas tomaban los hábitos religiosos. Inicialmente el Día de la Candelaria estaba dedicado a rememorar la purificación de la Virgen María, pero ahora “ha derivado en mercadotecnia” y se viste al Niño Dios con toda clase de atuendos, incluso adquiridos por catálogo. La investigadora dedicó su tesis doctoral, titulada Vestir al Niño Dios. Un acercamiento a la celebración de la Candelaria en el Distrito Federal, al estudio de este fenómeno en el cual, señala a través de información del INAH, se combinan perspectivas teológica, iconográfica, histórica, antropológica y psicológica. La tesis de la antropóloga se ha publicado ahora como el libro Mi Niño Dios. Un acercamiento al concepto, historia, significado y celebración del Niño Jesús para el Día de La Candelaria --publicado dentro de la colección Etnología y Antropología Social, serie Logos del INAH-- en el cual recoge diversas voces que dan cuenta de cómo la costumbre ha pasado de generación en generación. “Es una tradición que se ha construido por el pueblo, desde las comunidades más lejanas hasta la ciudad capital”, explica la también restauradora de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, y agrega que viene desde la época del virreinato de la Nueva España. En ese periodo histórico, no obstante, aún se conservaba la celebración de la purificación de la Virgen que sobrevivió hasta inicios del siglo XX: “El 2 de febrero, ella era la protagonista y no su hijo, se trataba de una celebración cuya parafernalia implicaba una procesión llevando candelas encendidas, y luego una misa en la que serían bendecidas tanto las velas como los niños pequeños de las familias.” Es en la Ciudad de México donde cobra relevancia particular la costumbre de vestir de diversos modos al Niño Jesús para celebrar esa fecha, que se refuerza a partir de 1975 cuando --sigue la investigadora en su libro-- se crea la Casa Uribe, propiedad del empresario Saúl Uribe Lanzagorta, ubicada en la calle de Talavera en el Centro Histórico. Existe en la actualidad, en esa calle de la zona de La Merced, todo un Corredor del Niño Dios, inaugurado por el entonces jefe de gobierno Marcelo Ebrard, en 2011, en el cual “se muestra toda la cultura y trabajo realizado para la creación de vestimenta”, se informa en el sitio web de la tienda (www.ninosuribe.mx). Se muestran ahí la cantidad de ropajes para el niño, para el cual se venden accesorios como la silla y hasta ropa interior: Niño de la Abundancia, Ángel Gabriel, Ángel Uriel, Ángel de la Guarda, Niño Buen Consejo, Santo Niño de Atocha, Niño de las Palomas, Nazareno, Juan Diego, San Charbel y Santo Papa, entre otros. Afirma la investigadora que existen más de cien modelos de ropa, al gusto de los compradores “que poseen su propia concepción devocional”. Hay de todos los niños milagrosos venerados en los santuarios del país, hasta el niño futbolista, conchero, doctor o cirujano. Al comentar el volumen, el historiador y antropólogo Eduardo Merlo indica que la especialista, quien estudió también el culto a la Santa Muerte, “va descubriéndonos con laboriosidad y precisión la industria de vestir al Niño Dios y toda la parafernalia que exige la tradición, los padrinazgos y compromisos y, por supuesto, el culto a determinadas advocaciones infantiles de Jesús, lo cual es un aporte para los investigadores en la materia y para el gran público”. El ritual para la celebración de este día comienza al colocar el nacimiento o Belén. En la Nochebuena, fecha de su nacimiento, el Niño Jesús es arrullado y se le arropa para acostarlo en el pesebre. El 2 de febrero se levanta al Niño y se le lleva a bendecir ataviado con su ropaje. La fiesta es indisoluble ya de la “tamaliza”, aunque refiere la experta que ha encontrado documentos que consignan que hasta principios del siglo XX el platillo oficial de ese día era el pato. Vale mencionar que justo en la zona de La Merced, en el Centro Histórico, está el barrio de la Candelaria de Los Patos, donde en tiempos remotos llegaba el lago de Texcoco y había efectivamente patos. Ahí está la Iglesia de la Virgen de La Candelaria o de la Purificación y el 2 de febrero se llevan a ese sitio a bendecir los Niños Dios y la fiesta se acompaña con tamales y atoles. La investigadora da cuenta también de cómo el acto de buscar en las tiendas de la calle de Talavera las vestimentas es toda una romería. Menciona que existen alrededor de un millar de vendedores de atuendos para Niño Dios.

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