Handel y el espeluznante tráfico de personas

lunes, 26 de septiembre de 2016 · 12:38
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El tráfico de personas es en la actualidad un problema social grave que conmociona la sensibilidad de cualquier persona. El engaño, el abuso, la explotación, la necesidad de sobrevivir y un sinfín de factores llevan a un estado de esclavitud inconcebible en el siglo XXI, cuando se supone la esclavitud ha sido abolida hace siglos. Estamos en la prehistoria en derechos humanos y es sumamente doloroso corroborarlo. Las mujeres son las principales víctimas. En la obra Handel, de Diego Álvarez Robledo, se evidencia el teatro como una gran lupa que toca la humanidad de lo deshumanizado. Estamos ante personas, historias, situaciones específicas a través de las cuales alcanzamos a vislumbrar aspectos de un problema tan complejo. Aquí no importan las estadísticas ni las dimensiones a nivel nacional o a nivel mundial. Importan los protagonistas, que cuentan su vida, con la cual vibramos, nos desencajamos, sufrimos y tocamos su corazón. Un microcosmos reflejando un macrocosmos espeluznante. Handel, dirigida espléndidamente por Luis Eduardo Yee e interpretada por Sofía Sylwin, Patricia Yáñez, Miguel Romero y Pablo Marín, es una obra de teatro impactante. Desde su sencillez, la profundidad; desde lo repulsivo, lo hermoso. La historia es de tres personajes que provienen de Polonia, Brasil y México, para confluir en las calles y un cabaret del centro de nuestra ciudad: Lukja, Carlos y Mariano. Ella es una jovencita polaca, a quien su madre expulsa de casa a los 14 años, y sintiéndose tan poca cosa, emprende un recorrido con el que apenas puede salir adelante; un joven la enamora y, como a la mayoría de las niñas, termina explotándola e involucrándola en una red clandestina. A Carlos también su madre lo expulsa porque no es la niña que ella quería; con el deseo de cambiar de sexo, él sale de Brasil y se prostituye hasta ser derrotado por los poderosos de ese submundo. Por último, a Mariano le quedan pocos meses de vida, y deambulando por La Merced se enamora de una prostituta adolescente que le despierta sentimientos olvidados. A través de estos tres personajes como hilos conductores nos sumergimos en distintas realidades, y conocemos a 20 personajes más que interpretan los mismos actores. Es un mundo sórdido que el director decide abordar con crudeza. No hay moral ni aleccionamiento, sólo lo que ocurre tal cual y que invita al espectador a cobrar conciencia de lo que se mantiene oculto. Asertivamente y con un tratamiento sin sofisticaciones, el director sugiere una plástica poco luminosa pero donde los focos están claramente señalados. El espacio es diseñado e iluminado espléndidamente por Natalia Sedano. La mesa larga y las tres sillas están en primer plano y los personajes transitan entre ellas. Suben a la mesa y la utilizan de pasarela o donde poder recostarse o sentarse con las piernas colgando. El director juega con las alturas diferenciadas –el que yace en el piso o el que grita sobre la mesa–; unos observan desde arriba y otros se arrastran abajo porque el dolor les carcome las entrañas. Sobresale el trabajo actoral de los tres intérpretes. Cada uno con su estilo particular, pero el director consigue mantener una tonalidad común. Pablo Marín se mueve como si danzara, estiliza su expresión corporal y verbal sin llevarla a la caricatura; Sofía Sylwin sorprende con natural frescura y en la relajación de su interpretación; comparte con Miguel Romero una actuación verosímil y emotiva, eficaz para transmitirle emociones al espectador. Handel cierra temporada este lunes y martes a las 20 horas en el Teatro Orientación y nos invita a conocer una realidad estremecedora, con la belleza que sólo el teatro puede permitir.

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