El consumo del cine ante el cambio tecnológico

martes, 20 de junio de 2017 · 18:26
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- De nuevo son los franceses --cuyo exministro de Cultura, Jack Lang, creó el concepto de “excepción cultural” para proteger sus industrias culturales y audiovisuales-- quienes se ponen alertas para cuidar su industria cinematográfica, tanto en el campo de la producción como de la exhibición, frente a plataformas de internet como Netflix. Durante la pasada celebración del Festival de Cannes, se anunció que para su edición de 2018 no se permitirá la exhibición de películas que sólo se presenten a través de dicha plataforma y no garanticen su posterior proyección en salas de cine. Y es que desde la aparición de ese y otros espacios que ofertan cine en internet, el consumo de la cinematografía se ha modificado. Recientemente, la antropóloga Ana Rosas Mantecón, especialista en estudios de públicos de museos y otras manifestaciones del arte, presentó el resultado de una investigación que da cuenta de los hábitos de los espectadores y cómo se han ido transformando con la aparición de los espacios en red. Con el título Ir al cine: Antropología de los públicos, la ciudad y las pantallas, el nuevo libro de la investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana expone no sólo cómo ha cambiado la manera de ver cine de los mexicanos a partir del desarrollo tecnológico y las nuevas herramientas de comunicación y culturales, sino también que hay formas nuevas de habitar el espacio urbano y convivir con otros. Además de haber sido presentado en la Cineteca Nacional, el libro y su contenido fue tema durante los foros “El cine y el derecho a la cultura”, realizados hace unas semanas en el Museo Rufino Tamayo, en los cuales, la comunidad cinematográfica demandó ser consultada con miras a la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, acuerdo que como se ha publicado en esta agencia y en el semanario Proceso, ha resultado perjudicial para la industria cinematográfica mexicana, por no haber planteado reservas, como lo han hecho los franceses con sus acuerdos comerciales y de libre mercado. Ahí, la profesora Mantecón expuso que al cine en México acude solamente 30% de la población. En primera por limitaciones geográficas porque las salas cinematográficas se encuentran en centros comerciales, no están al acceso de la mayor parte de la población. Luego el costo de la entrada, pues se necesita 70% del salario mínimo diario para un boleto. Y, finalmente, por el alto costo de los dulces y alimentos. Y, no obstante, según consignó el diario El Economista, crece la demanda año con año de boletos. Apenas puede creerse que hace poco más de treinta años aún existían en la Ciudad de México enormes salas cinematográficas que se llenaban con estrenos que eran capaces de mantenerse por varias semanas en la cartelera. Los cines aún tenían nombres “propios”, no números de sala de las cadenas --que absorbiendo todo vestigio de aquella historia y patrimonio cultural extinguido-- terminaron por ser sólo dos en México: Cinemex y Cinépolis. Ya sólo para los anales de la historia quedan nombres como Diana, Maya, Roble, Latino, París, Olimpia, Ópera, Orfeón, Mariscala o Metropolitan (convertido en teatro) por mencionar algunos. Había para todos los gustos, los bolsillos y las diferentes zonas de la ciudad. Desde hace unos cinco años, Mantecón inició su estudio. Explicó entonces que el cine es uno de los fenómenos culturales más investigados desde distintas vertientes: su historia, la de los actores, la crítica cinematográfica, la divulgación, la enseñanza, las imágenes fotográficas o los carteles, etcétera. Y, no obstante, señalaba desde entonces, sin que se avizorara el impacto que tendría el Internet: “El público ha sido el gran ausente en los estudios sobre cine, tanto de los históricos como de los del campo de la comunicación. Los Balances Bibliográficos al respecto coinciden en que en México no se han realizado sistemáticamente estudios empíricos de los públicos de cine… Tal afirmación resulta paradójica si reconocemos que dentro de la bibliografía sobre este medio producida en nuestro país los trabajos que dedican alguna atención al consumo cinematográfico --esto es, tanto al público como al contexto en que se relaciona con los filmes-- se acercan al medio centenar” (www.redalyc.org/pdf/747/74728323004.pdf). El libro, publicado por Gedisa, se encuentra ya en las librerías.

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