Zapata en el imaginario artístico y popular
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- Montando en un brioso caballo, posando de pie con gallardía, en su féretro frente a sus partidarios, vestido de charro o con calzón de manta como campesino, suplantado por Lucio Cabañas, representado por Marlon Brando o Speedy González, o haciendo labores del hogar: las imágenes posibles de Emiliano Zapata no tienen límite.
Diríase que cada artista, realizador, grupo o persona tiene su propio Zapata o existen tantos Zapatas como apropiaciones e interpretaciones artísticas y culturales puedan darse, desde el origen del héroe hasta nuestros días, a cien años de su asesinato en la Hacienda de Chinameca y A 140 años de su nacimiento en Anenecuilco, Morelos.
En el Museo del Palacio de Bellas Artes se exhibe desde el 27 de noviembre pasado, una selección de 140 obras de arte que dan cuenta de esa multiplicidad de interpretaciones, bajo el título Emiliano. Zapata después de Zapata. Son piezas de pintores como Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Arnold Belkin, Miguel Covarrubias, María Izquierdo; los grabadores José Guadalupe Posada, Leopoldo Méndez; los fotógrafos Agustín Víctor Casasola, Antonio Garduño, Graciela Iturbide; y caricaturistas como Ernesto García Cabral.
Para el historiador Javier Garciadiego, exdirector del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) y expresidente de El Colegio de México, Zapata no sólo es uno de los grandes personajes míticos de la Revolución Mexicana, sino uno de los mejor tratados por el imaginario popular:
“Ha gozado de enorme respeto a lo largo de los decenios”.
Entrevistado en agosto pasado con motivo del encuentro académico “Zapata en el Arte”, realizado en El Colegio Nacional con motivo del centenario del asesinato del líder revolucionario, Garciadiego considera que en el origen del mito que lo rodea está la forma de su muerte, pues desde el momento mismo en el cual ocurrió, trascendió a la posteridad.
Y han influido otros factores, entre ellos la forma en la cual ha sido plasmado por el arte plástico. Menos por la literatura que impulso más la figura de Pancho Villa con escritores como Martín Luis Guzmán (autor de sus memorias), Rafael F. Muñoz (Vámonos con Pancho Villa) y Nellie Campobello (Cartucho).
Zapata no generó tanta literatura. Menciona entre los casos excepcionales El compadre Mendoza, de Mauricio Magdaleno, novela cumbre de dicho autor de la cual José Revueltas hizo un guion cinematográfico que “nunca se convirtió en película”.
En cambio, sigue el historiador especialista, Zapata supera a Villa en la plástica pues “todos los grandes pintores, de Diego Rivera a Gironella --padre e hijo-- lo han retratado”. En su opinión, una de las mejores maneras en la cual está plasmado en el arte es el Paisaje Zapatista, una de las obras cubistas de Rivera, que ha dado pie a todo un debate acerca de si fue imitada por Pablo Picasso en Hombre apoyado en la mesa.
El curador de la muestra en el Palacio de bellas Artes, el historiador del arte Luis Vargas Santiago, especialista del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), comenta en un recorrido para la prensa que Rivera pintó al prócer más de 50 veces, en obras tanto muralísticas como de caballete, y con ello construyó su pasado y su propio mito como artista revolucionario.
En la oficialidad
la muestra en el Palacio de Bellas Artes se plantea revisar el recorrido de Emiliano Zapata desde su conversión en líder de campesinos que luchan por la tierra, hasta su invención y reinvención como símbolo y bandera de luchas sociales, raciales y activismos contemporáneos como el feminismo.
Si bien, a decir de Garciadiego, es difícil relacionar la imagen de Zapata vestido de charro y con bigote con el feminismo. Considera que en la Revolución mexicana no hay propiamente líderes que pudieran vincularse a esos movimientos e incluso un personaje como Carmen Serdán no se ha convertido en un emblema, no es tan conocida porque su participación en las vísperas del levantamiento armado en Puebla, fue en apoyo a sus hermanos.
Pero hay en las últimas secciones de la exhibición interpretaciones distintas a las tradicionales que ensalzan la masculinidad como charro del llamado Caudillo del Sur: Vestido de traje y corbata, por ejemplo. O con su traje típico, carrilleras y sombrero, pero con mandil, detergente y escoba en las manos, presto para las labores “propias del hogar”. Está por igual el autorretrato del pintor coahuilensense Julio Galán, quien vestido de charro y con el rostro maquillado exhibió abiertamente su homosexualidad.
El conjunto de obras (que incluye pinturas, dibujos, esculturas, grabados, fotografías, además de documentos y publicaciones como Ypiranga, El Ahuizote y El Atila del Sur) está organizado en cuatro secciones:
- “El líder campesino”, donde se presentan caricaturas críticas hacia
- La segunda es “Fabricación del héroe de la nación”, que describe
- “Imágenes migrantes” es el tercer apartado en el cual se da cuenta de
- Cierra el apartado “Otras revoluciones”, que permite ver cómo