OAXACA, Oax. (apro-cimac).- Oaxaca ocupa los primeros lugares de índice de pobreza y bajos indicadores en Derechos Humanos (DH), y ahora también es referente de expulsión de población infantil indígena hacia los campos agrícolas.
Las niñas y niños oaxaqueños que se van de sus comunidades, enfrentan el riesgo de ser interceptados en su trayecto al norte del país por grupos de la delincuencia organizada para su explotación sexual y comercial.
“Junto con la desigualdad social crecieron las mafias de delincuentes que ven en las y los niños el principal blanco para explotación”, dijo en entrevista con Apro Fernando Viveros, integrante del Foro Oaxaqueño de la Niñez (Foni).
Históricamente, explicó, las rutas de los jornaleros agrícolas han sido los campos de los estados de Morelos, Guanajuato, Jalisco, Sinaloa y Baja California, dependiendo de la época del año. Sin embargo, los riesgos para las y los niños migrantes han variado, antes se limitaban a problemas de salud por exposición a plaguicidas y pesticidas, y actualmente se enfrentan a la intercepción de los grupos delictivos.
Regularmente, abundó, en el sector de jornaleros agrícolas las y los niños empiezan a participar desde muy temprana edad. Los niños de cuatro y cinco años de edad ya participan en todo el proceso productivo de la cosecha para aportar más ingresos a la familia.
Las y los menores de edad, acotó, son involucrados desde temprana edad porque la escuela no es una alternativa para ellas y ellos.
Los datos duros sobre la migración infantil son prácticamente inexistentes, no obstante indicó que el número es alto y cada vez es mayor por la pobreza que prevalece en sus comunidades de origen.
“Hay una miseria fuerte, sin mucho apoyo de los gobiernos. Las y los niños que migran también lo hacen con una fuerte desprotección”, alertó.
En zonas como la Mixteca oaxaqueña, familias enteras son expulsadas hacia los estados del norte ante la falta de lluvias para trabajar sus tierras. Algunos se quedan ahí y regresan cuando termina la pizca, mientras que los más aventurados van a Estados Unidos.
El integrante del Foni indicó que muchas niñas y niños que regresan a su comunidad, lo hacen enfermos por el uso de los plaguicidas y otros elementos químicos utilizados en el campo. “Hace falta estudiar cómo regresan las y los niños, con qué enfermedades regresan”, apuntó.
Para el defensor de derechos humanos de la niñez, uno de los principales motivos que lleva a las y los niños a migrar es el nivel de miseria, y porque sus derechos son ignorados en su zona de origen.
“Ven que la escuela no les abre posibilidades de desarrollo, en cambio ven a otros niños que regresan con pantalón nuevo o con otras condiciones de vida, y eso los lleva a buscar las oportunidades en otro lugar”, manifestó.
Los procesos de migración, explicó, han tenido cambios importantes. Al inicio de este fenómeno social sólo migraba el padre, después migraban hombres y mujeres, ahora lo hacen familias enteras, juntas o que poco a poco se encuentran en otro estado o país.
“Se necesitan políticas y programas urgentes de apoyo al campo para evitar la migración en los pueblos”, subrayó.
Por su parte, Norma Negrete, representante de ECPAT México (organización contra la explotación sexual infantil), estableció que, tomando en cuenta que 45% de los jornaleros agrícolas son de comunidades indígenas, Oaxaca es la entidad que más aporta jornaleros migrantes, entre ellos niñas y niños.
“Las redes de explotación sexual no están propiamente donde está la migración agrícola jornalera, pero cada vez son más los niños y las niñas que se tienen que unir al trabajo laboral en estos estados que les ofrecen posibilidades de ser una mano de obra barata”, apuntó.
Negrete indicó que hay una gran vulnerabilidad sobre todo en las niñas jornaleras que son incluidas a todo el proceso agrícola, “incluso en algún momento a ser incorporadas en cadenas de comercio sexual como tal”, manifestó.
“La violencia sexual ataca más a la población femenina pero no debemos dejar de lado que cada vez más los varones son incorporados al comercio sexual. Debemos observar que la mayoría de la población infantil que se incorpora a las actividades agrícolas son varones”, aclaró.