Los deportistas paralímpicos padecen la discriminación social y gubernamental. Pero hay un grupo de atletas doblemente discriminados: aquellos que tienen síndrome de Down. Ellos no tienen categorías propias en los Juegos Paralímpicos, lo que los relega sistemáticamente de la posibilidad de medallas. El gobierno, además, les escamotea el dinero hasta niveles de escándalo. Pese a ello, deportistas como la nadadora Dunia Camacho se han cubierto de oro una y otra vez…
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Dunia Camacho despierta todos los días a las siete de la mañana. La espera un entrenamiento de cuatro horas y media por la mañana y dos y media por la tarde: dará seis vueltas corriendo al campo de futbol y otras cuatro a la pista de atletismo para completar 5.5 kilómetros; subirá y bajará escaleras durante 30 minutos, otros 15 en la bicicleta y 20 más en la caminadora programada con pendientes y distintas velocidades.
Al terminar, hará 350 abdominales, una hora y media en el gimnasio de pesas, y ejercicios biomecánicos con peso en los que simulará los cuatro estilos de natación: “nadará” en tierra. Ya en la alberca recorrerá dos kilómetros sin parar sólo para aflojar el cuerpo.
Por la tarde dedicará tiempo a series específicas para perfeccionar su estilo: velocidad, fondo, repeticiones. Los sábados afinará la salida, las vueltas y su estilo para lanzarse al agua.
Dunia Camacho es una atleta de alto rendimiento que en los siete años que ha participado en competencias internacionales ha ganado 68 medallas, de las cuales 42 son de oro.
En julio pasado, durante los Juegos Mundiales de la Trisomía, realizados en Florencia, Italia, la deportista obtuvo 11 medallas: seis de oro (50, 100, 400, 800 y 1500 metros libres y en el relevo 4x50 metros libres), dos de plata (4x100 combinado y 4x100 libres) y tres de bronce (200 metros libres, 4x50 combinado y 4x50 libres mixto) e impuso cinco récords mundiales.
“Estoy muy orgullosa de lo que gano. Escucho el himno de México en el podio y siento que me gusta ganar muchas medallas. Me gusta ganar por sentirme bien, porque me esfuerzo y es mi recompensa”, dice la deportista en entrevista.
Pero las medallas de Dunia Camacho no son producto del sistema deportivo que detecta un atleta y lo construye. Sus triunfos son resultado del esfuerzo de su madre, Guadalupe Marenco, y de su abuela materna.
Ellas se han encargado de llevarla a los entrenamientos, de conseguirle a los profesores, de lograr que el deportivo privado Sportway, en Cuautitlán Izcalli, no le cobre por utilizar sus instalaciones y le asigne un entrenador.
“Dunia no nació con ningún don para la natación; su don es la disciplina y el trabajo, la constancia de su mamá que la impulsa hacia arriba, y de su abuela, que se encargó de traerla durante años a entrenar”, cuenta Joel González, el instructor que la ha guiado desde 2009.
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 2082 de la revista Proceso, ya en circulación.