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Huachicol: una lucha interminable; Hidalgo, la entidad más vulnerable

Los picotazos sobre las válvulas de los ductos de Pemex no cesan, comentan a Proceso piqueteros y halcones que viven de ese negocio en Hidalgo, donde el Cártel de Palmillas ya compite con el CJNG y Los Zetas Vieja Escuela, principales extractores de combustible en el centro del país.
viernes, 13 de agosto de 2021 · 07:07

Los picotazos sobre las válvulas de los ductos de Pemex no cesan, comentan a Proceso piqueteros y halcones que viven de ese negocio en Hidalgo, donde el Cártel de Palmillas ya compite con el de Jalisco Nueva Generación y Los Zetas Vieja Escuela, principales extractores de combustible en el centro del país. Durante el primer trimestre de este año, cuando supuestamente ya no había huachicoleo, se perforaron mil 151 válvulas en la entidad, una cada hora con 54 minutos.

CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- Tiene apenas 19 años y tiene atrofiado el olfato; el combustóleo le quemó las fosas nasales, comentan sus amigos. El joven piquetero se ríe. Dice que uno de los síntomas del covid-19 es la pérdida de olfato.

“¿Has olido la gasolina carburar en un vocho viejo? –pregunta–. Esa mezcla entre el humo del escape y el tufo del crudo que se escabulle del tanque. Es lo mismo que estar a pie de ducto, pero mucho más fuerte, como si en lugar de vocho fuera un tractor o varios. Los poros de la nariz arden, luego queman; es como inhalar lumbre”.

Lleva tres años perforando ductos con el teco, una herramienta hechiza con la que suele abrir la válvula de Pemex para que no haga chispa. A su mirada vidriosa la acompaña una carcajada que, de no ser por un sucio cubrebocas, dejaría ver su maltratada dentadura de la que sólo queda un hilo blanco a la mitad.

Su compañero halcón, quien está más lejos, comenta que los problemas del piquetero son resultado de la gasolina que extrae de los ductos de Pemex. Y aclara: inhalarla “no es como jalarle las patas al diablo –en alusión a fumar mariguana, que adormece–, es más como estar bien jalado por el LSD”.

Estos morros piqueteros y halcones son expertos tanto en el consumo de la droga como en la extracción de crudo, más cuando éste se transforma en una línea verdiazul que escurre por la maleza cuando el metal por donde corre el combustóleo no se abre o cierra bien.

–A qué le temes más: ¿a morir calcinado o intubado por covid? –pregunta el reportero al joven halcón.

–Más a morirme de hambre, ¿o tú no, cabrón?

Su respuesta es lacónica. Habla poco, pese a que ya agarró confianza luego de varios encuentros.

Un tío suyo falleció cuando la explosión de Tlahuelilpan, este poblado donde el 18 de enero de 2019 un ducto estalló y dejó 137 muertos, cuando una perforación quedó abierta y la gente, con días de sequía de combustibles, empezó a recolectar el líquido hasta que la parcela de San Primitivo se convirtió en un infierno. Su cuerpo quedó completamente calcinado. Tardaron varios días en identificarlo.

Ese día el joven halcón descubrió en los ojos la muerte.

Fragmento del reportaje publicado en la edición 2336 del semanario Proceso, cuya versión digital puedes adquirir aquí.

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