CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– La gran actriz Virginia Fábregas (1871-1950), recordada por su brillante presencia en los escenarios de finales del siglo XIX y el primer lustro del XX, fue también una mujer sobresaliente como empresaria teatral que formó su propia compañía, comandó un teatro y apoyó gran cantidad de iniciativas para el impulso de la dramaturgia mexicana emergente de su tiempo.

En Yautepec, Morelos, lugar donde nació, se acaba de conmemorar el 150 aniversario de su nacimiento con mesas redondas, una exposición, una obra de teatro sobre su trayectoria, y una placa conmemorativa. El teatro Frufrú, antes Renacimiento, fue adquirido por su compañía y le pusieron su nombre. Actualmente se le sigue honrando así en el Centro Cultural en la colonia San Rafael.

Virginia Fábregas, normalista a los 16 años y actriz en obras de beneficencia, hace su debut como actriz profesional en 1892 como dama joven en la obra Divorciémonos, de Sardou, al ser contratada por la compañía familiar de Leopoldo Burón con la que se va de gira por un par de años a Cuba y al interior de la República. Al regresar, teniendo 24 años, crea su propia Compañía, produce obras de teatro y sigue actuando. En ese tiempo, en el que dominaban las compañías extranjeras y eran las más exitosas, Virginia Fábregas se gana el aplauso del público y la admiración tanto a nivel nacional e internacional, llegando a ser reconocida como la Actriz de las Américas y el gobierno francés le otorgó las Palmas Académicas.

Con los ingresos que obtiene en una de sus giras a España, en 1907 compra un teatro al llegar a México y lleva a escena obras que ella produce o en las que actúa.

Se lanza a la aventura de diferentes proyectos y le abre las puertas al grupo experimental el Grupo de los Siete Autores, llamados “Los Pirandellos”, y en 1925 organiza una temporada de medio año, insólito para su tiempo, donde se estrenan más obras de autores mexicanos (muchos de ellos desconocidos) que en todo lo que va del siglo, según el investigador y dramaturgo Francisco Monterde, Catalina D’Erzell, Julio Jiménez Rueda y María Luisa Ocampo.

También colaboradora esencialmente para el grupo La Comedia Mexicana, que conforman mayoritariamente mujeres dramaturgas y promotoras culturales como la misma María Luisa Ocampo, Amalia Caballero de Castillo Ledón y Concepción Sada. Ellas organizan diversas temporadas por más de 15 años, en las que ella participa como actriz, y varios programas se presentan en su teatro. Después apoya al grupo de renovación Teatro Ulises, comandado por Salvador Novo, que se presenta en un espacio de pequeño formato, y que al trasladarse al de Virginia Fábregas fracasa.

Interpreta a la Heda Gabler de Ibsen y a la María Estuardo de Alfieri. Trabaja en La venganza de la gleba, de Federico Gamboa; Jardines trágicos, de Marcelino Dávalos; Después de la muerte, de Manuel J. Othón, y Esos hombres, de Catalina D’Erzell, entre muchas otras piezas. En el Palacio de Bellas Artes comparte reparto con María Tereza Montoya y Fernando Soler en 1935, y en 1945 la dirige Luis G. Basurto en La Casa de Bernarda Alba.

Virginia Fábregas fue abuela de Manolo Fábregas, también actor, director y productor, al igual que su esposa Fela Fábregas. Entre sus bisnietos están Virginia Sánchez Navarro, activista en favor de la mujer; los actores Rafael y Mónica Sánchez Navarro; y su tataranieta es la joven actriz Cassandra Sánchez Navarro, quien sobresalió protagonizando en 2019 la película Cindy la Regia.

Los restos de Virginia Fábregas, brillante mujer de teatro, descansan hoy en la Rotonda de las Mujeres y los Hombres Ilustres.

Reportaje publicado el 16 de enero en la edición 2359 de la revista Proceso cuya edición digital puede adquirir en este enlace.