José Emilio Pacheco

A ocho años, siempre JEP

Este 26 de enero se evocó un año luctuoso más de José Emilio Pacheco o JEP, firma con la que sacudió por cerca de cuatro décadas a los lectores de su columna “Inventario” en Proceso, nacida en el periódico Excélsior que dirigió Julio Scherer.
jueves, 27 de enero de 2022 · 07:58

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- A ocho años de su repentino deceso, José Emilio Pacheco (1939-2014) sigue vivo en su esencia literaria y en su grandeza personal. Sus lectores se encargaron de recordar al poeta, narrador, cronista, periodista y Premio Cervantes de Literatura 2009 a través de las redes sociales.

Algunas de las decenas de mensajes que se leyeron con el #JoséEmilioPacheco este 26 de enero fueron: “José Emilio Pacheco nos abandonó un día como hoy pero nos dejó sus letras” (@lamorga_na), y “Buenos días desde un mundo que, a ocho años, sin José Emilio Pacheco sigue, pero es un poco más triste” (@Alberto_Fira) en Twitter.

Las principales instituciones culturales del país también lo recordaron por la misma vía: la Secretaría de Cultura federal y capitalina, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, la Coordinación Nacional de Memoria Histórica de México, la Biblioteca Vasconcelos, entre muchas otras.

Así se evocó un año luctuoso más de José Emilio Pacheco o JEP, firma con la que sacudió por cerca de cuatro décadas a los lectores de su columna “Inventario” en Proceso, nacida en el periódico Excélsior que dirigió Julio Scherer en los setentas y que tras el “Golpe a Excélsior” se llevó al naciente semanario, aparecido en la edición número 1 el 6 de noviembre de 1976.

En esa ocasión JEP abrió con un trabajo evaluatorio de la obra del estadunidense de origen canadiense Saul Below, recién laureado con el Premio Nobel de Literatura.

El último inventario (Proceso, 1944) apareció al mismo tiempo que su ingreso al hospital, tras una caída accidental en su casa. En “El ‘Inventario’ del adiós”, texto en el cual la revista despidió al escritor una semana después, su compañera de vida Cristina Pacheco expresó: “Su último aliento fue para Proceso”. Al conocer su muerte, los principales medios de información de habla hispana, los estadunidenses y europeos lamentaron la pérdida y lo señalaron como “uno de los poetas mexicanos más importantes del siglo XX” y “de los escritores con máxima trascendencia para el mundo hispanoparlante”.

Su despedida ante la comunidad cultural ocurrió en la Sala Mayor de El Colegio Nacional (a pesar de que se ofreció el Palacio de Bellas Artes), pues era el espacio más querido por él y donde el 10 de julio de 1986 ofreció su discurso de ingreso con el título “A 150 años de la Academia de Letrán”. Ahí se sentía a sus anchas en contacto con la gente, con la cual dialogaba. Llegaban a cada conferencia suya estudiantes, lectores y público en general que lo seguían por su erudición literaria sin aspavientos, su lenguaje comprensible más de charla que de cátedra. Hacía honor a la vocación del sitio, abierto para todos gratuitamente. Pacheco establecía en él una correspondencia con su espíritu democrático.

Cuando en unas elecciones presidenciales le preguntaron qué opinaba de la democracia, respondió llanamente: “No sé, nunca he vivido en una”.     

Esa mañana de enero en el recinto de la calle de Luis González Obregón Proceso recogió 21 testimonios de artistas, escritores e intelectuales sobre el significado y trascendencia del “Inventario”, entre ellos Felipe Gálvez, Elena Poniatowska, Enrique Serna, Juan Villoro y Marco Antonio Campos.

Armando Ponce, editor de Cultura del semanario, recordó un año después para la Agencia Proceso que con la partida de Pacheco se fue “el más importante hombre de letras de la lengua española y el más reconocido de México por su honestidad intelectual, su desapego a la publicidad, su atenta mirada crítica al desastre de la política nacional y su tarea inconmensurable en pos de una obra permanentemente revisada.”

Cronista y amante incansable de la Ciudad de México, su poema “Alta Traición” hizo eco a ocho años de su partida (así como fragmentos de su célebre noveleta “Las batallas en el desierto”, llevada al cine como “Mariana, Mariana”).

 

Sus versos también fueron reproducidos ampliamente en Twitter:

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.

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